Wednesday, November 29, 2006

Cuatro vientos

canción: "Mirando al suelo" de Los Elegidos
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Algunas veces llegas a una orilla, y recuperas en tu rostro, en tus pulmones, en tu ánimo y sentido, el placer de leer las cosas, claras y en neblina, poéticas y cotidianas, resumidas y extensas.

Confluye aquí el lugar a donde muchas veces me hubiese gustado a mí llegar, conseguir oler lo que otros guisan... Recuperar la grandeza de lo que me gustaría plantar en mis letras. Es aquí en CUATRO VIENTOS donde viven los buenos poemas de aquellos que tienen sentido y cierto sinsentido. Los que siguen soñando que además de lo aparente hay más vida en un alma imprecisa. No dejes de visitarlo.

Sunday, November 26, 2006

Odisea en el hipermercado (un sábado por la tarde)

canción: "Atrapado en el supermercado" de Jose Mª Granados
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Sé que sobre esto ya se debe de haber escrito muchas cosas antes, ya sean monólogos del Club de la Comedia de la serie de éxito, es más, seguro que hasta las leyes de Murphy tienen (como mínimo) un decálogo perfecto que resumirá mucho mejor de lo que puedo hacerlo yo mi odisea en el hipermercado un sábado por la tarde.

Yo no sé si el hombre es gilipollas de por si, o vamos entrenando a medida que vivimos, pero es verdad que hay que tener muy poca cabeza y muy poco amor propio con tus nervios, para ir un sábado por la tarde a un Carrefour cualquiera. Pero yo soy igual de mequetrefe que el resto del ganado ovino, cabrío y vacuno, o peor incluso, porque sabía lo que había.

Para empezar selecciona un puto carrito que esté bien, porque ese que acabas de coger metiendo la monedita de un euro, tiene una rueda mal, mal no es la palabra exacta, es una rueda cabrona que se mueve para donde quiere que si puede ir haciendo un ruidito agudo no dudará en hacerlo. ¿Por qué los carritos no pasan una ITV? quien sabe, pero eres tú, a ojo de buen cubero, el que va inspeccionando las 4 posibilidades de carro que puedes coger, siempre desechando el que tiene el resto de lechuga, bolsa de plástico o folleto de propaganda porque nos parece que está sucio... y creo que es un error porque será sucio, pero seguro que anda como el fórmula uno de Alonso.

Una vez cogido el carro (al final es una mierda, pero ya pasas de seguir buscando ese que se supone deberías haber escogido con tu buena vista para ruedas de carritos), rampa de acceso, puertas y segunda jodienda del día: La comercial que te intenta encasquetar una tarjeta de crédito, o bien alguna colección de algo. Sí, esa hijaputa pesada que nunca acepta un "no me interesa" por respuesta, y que las muy zorritas se aprovechan de la gente educada que intenta ser un poco simpática en la manera de decir "no". Insisten, tí sigues con tu negativa, pero eso les debe de poner cachondas sus braguitas de vendedoras que se abalanzan sobre ti, hasta que al final uno lo medita mejor y sabe cual es la solución: ser borde, respuesta seca, a ser posible humillante hacia una persona que acepta ese trabajo humillante para sacarse unas pelillas. No falla.

Y luego ya la jungla, carritos sin las más mínimas nociones de conducción, orden, organización... Cada uno recto hacia su estantería como si el resto no pasasemos por ahí. La madre con la lista, el padre con el cojón derecho ya inflamado, la abuela que es la causa principal de la inflamación y que solo es un motivo de preocupación, el niño aprendiz de terrorista campando a sus anchas como si estuviese en el recreo, el bebé que llora, grita y se pone como una furia porque ese sitio es inhumano. El pailán, el gitano, el medio burgués, la prostituta, el aldeano, el de extrarradio, etc todos juntos por el maxiahorro del mes, a la busqueda del mejor ahorro, lo que demuestra que en el fondo todos somos más o menos iguales.

Pero todavía queda lo peor, la salida. Cuando uno ya no puede más, tanta gente, tanto imbécil que anda suelto y decide darse el piro sin nisiquiera haber completado su lista de obejtivos militares, pone rumbo a la caja y ahí colega es donde la has cagado. Si hay cosas que me joden en este mundo, una de ellas es tener que hacer cola, esperar o similar, para pagar. Pero eso no es todo, porque ahí surge la elección de la cola ¿en cual me pongo? Da igual porque como dirá alguna ley de Murphy aquella que eligas será la más lenta de todas, es más, cuando te cambies de fila, esa avanzará muchísimo más rápido que cualquiera de las veintimuchas que puede haber. Pero ayer, me tocó ese modelo de cajera conocida como la cajera incompetente, que no le ha dado bien al botón y tiene que esperar a que venga la superiora con una llave y apriete otra tecla y solucionado el problema, claro que esa operación conlleva diez minutos, y como no aguantas más esa deseperación de ver como los que tenías al lado ya están del otro lado del horror y se van con sus bolsitas, en el minutos 8 decides cambiar, pero ya de cambiar me voy a la otra punta, en donde te juegas volver a encontrarte con el incompetente de turno que te persigue. Pero no, en la otra cola solo había el modelo de dos mujeres que se encuentran y no para de chillar para contarse que tal todo desde la última vez que se vieron. Que si a una le había dejado el marido, que si la otra dejó de fumar y había engordado, todo esto con un acento coruñés recalcitrante... Dios!! que alguien me dejé salir.

Al final, el deber cumplido, algún capricho y el sustento moral de saber que esa tarde debe de computar por dos días en el purgatorio, algo es algo.

Sunday, November 19, 2006

Vuelta a casa en coche

Canción: "Me recuerdas tanto a mí" de Mikel Erentxun del disco "El corredor de la suerte"
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Las luces anaranjadas de las bombillas clavadas en las farolas de esta carretera que agonizan por el camino a casa, el mismo camino que llevo recorriendo toda mi vida, marcan la agonía de la noche. La lluvia golpea el parabrisas del coche, esa lluvia es la misma que lleva cayendo desde hace cuatro días. Y mientras suena una entre tantas canciones en el reproductor incrustado en el salpicadero, observo los incendios de mi mente, pienso en lo injusta que es la vida (que aunque me queje, no lo es conmigo, sino con mucha otra gente), hablo con Dios (como siempre que suelo estar a solas) e incluso hablo con Él de su posible no existencia, pienso en la muerte y en las diferentes formas de morirme y no cambio de pensamiento porque no se me ocurre nada tan divertido.

Pero sigo somnoliento, a través de esta lluvia, pensando en las dispares maneras en que puede convertirse ese futuro que me deparará la vida, como si ya estuviese escrito. Y quizás esa es mi mayor preocupación, no tener la fuerza suficiente para cambiar lo que está o no escrito, me conformo con lo que viene. ¿Para qué perseguir sueños que nunca se han cumplido? Nada es como me lo esperaba, todo lo que idealicé era simplemente algo terrenal, en cambio, de aquellas cosas de las que no me esperaba lo más mínimo resultaron ser supremamente un motivo de la existencia humana. Hay tantas cosas que se suponen son las necesarias para vivir en plenitud, pero que conmigo no funcionan. No quiero más sueños rotos, por eso es más fácil no perseguirlos, vivir solo el presente, tendiendo en cuenta mi pasado y seguir el inevitable rumbo hacia el futuro... ese lugar al que nunca me hubiese gustado llegar.

Y entre toda esta absurda maraña de pensamientos que no tienen salida, llegué a casa. Quitarme los zapatos, tumbarme sobre la cama, apagar la luz, mirar en la oscuridad el techo, decidir seguir siendo yo, como si verdaderamente tuviese la libertad de poder tomar otra opción, cerrar los ojos, soñar que puedo soñar contigo antes de ponerme vulgar, porque sigo siendo de carne y hueso... y al final este pensamiento: "por supuesto, esto mañana lo tendré que colgar en el blog". Vivo en este mundo enganchado a tantas cosas inútiles, como el amor.

Wednesday, November 01, 2006

Viejas cintas

canción: "Si supieras" de Nena Daconte
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Cada cierto tiempo, uno, inmerso en mirar a su alrededor y decirse "¡Cómo han pasado los tiempos!" desempolva sus viejas cintas de audio, esas que generalmente tenían el título de "Varios".

En ellas, nació mi amor por la música, mi inquietud por conocer nuevos sonidos, nuevas canciones. Tu amigo te enseñaba una nueva letra, una nueva guitarra, y tú se lo enseñabas a él. Las viejas cintas no entendían de internet, de redes, de mulas, de Mp3, nisiquiera de iPod, pero hacían dentro de sus posibilidades la misma función: compartías con tu gente la música que te gustaba, sonaban en el coche o en aquellos walkman que hoy nos parecen del pleistoceno. Pero así era, y no eramos unos infelices, ni apreciabamos menos la música, más bien todo lo contrario.

Las cintas tenían que ser de 60 minutos, pues decían que las de mayor duración (90, 120) estropeaban el radiocasete, o te chupaban las pilas que daba gloria. Nunca lo comprobé lo suficiente. Pero creo haber grabado cientos de cintas de ese tipo. Como bien dijo Itxu, a propósito de su libro "creo que la cinta que sale en la portada de mi libro es la típica cinta que ha tenido todo el mundo en su coche". Es cultura popular.

Su sonido tampoco es que sea tan especial como el de un vinilo, ¿que va! ni su magia, ni su purismo. Tampoco llega a tener un audio tan excelente como tiene el cd. El concepto estético de un Lp comprado en casete es de lo más triste, feo, chabacano y cutre que ha paradido la madre patria gasolineril. Pero que le vamos a hacer, no dejaba de tener su encanto. Pero como al disco en su momento, a la pobre cinta de 60 también le iba a llegar su hora

Las ventajas de la evolución tecnológica son evidentes. Nuestras grabaciones caseras, sin mayor tecnología que un simple micrófono (que tenía que ser algo mejor que uno de fisher price) perfectamente enrollado en un palo de escoba (o fregona) enchufado a la cadena de música, han dado paso al grabador de sonidos de Windows, al del Mp3, a programas semiprofesionales de grabación con micrófonos de mucha más calidad que los del todo a cien. Ya se perdieron esos ruiditos de fondo, el subir el volumen casi al máximo para escucharnos, el jugar con los altos y graves, etc, etc, etc.

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