Monday, December 17, 2007

Concierto de Quique González en el Teatro Colón

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"Algo tendrían que contar las estaciones..." Empieza el recital del músico madrileño con una canción de su primer disco "Personal" Las canciones tras años y años de carretera van evolucionando, tienen vida propia, adquieren una nueva personalidad, y eso se agradece, ver como la obra de un artista no se detiene en el tiempo.

El teatro estaba casi lleno, con algunos asientos contados sin nadie encima de ellos, personas que por alguna extraña razón compraron la entrada y no pudieron acudir. Algunos estabamos bien apegados desde el palco. Sintiendo cada canción. Aunque el repertorio pecó en abundancia. Tocó casi todas las canciones del nuevo disco, las que venía a mostrar, pero que al final no dejan de sonar como en el disco, por eso a uno le emocionaron más "Bajo la lluvia", "Días que se escapan de las manos", "Suave es la noche" (como siempre tuvo que sonar, electrica y guitarrera), "Y los conserjes de noche" y "Miss camiseta mojada". Del nuevo disco me gustó especialmente "Los desperfectos" y como no "Avería y redención" y "Pequeñas monedas y grandes mentiras".

Fue uno de esos conciertos para estar sentado, tranquilo, escuchar la música, prestar atención. Todo lo contrario a muchedumbre, gritos de fans y saltos debajo del escenario. Se agradece de vez en cuando algo más de música y menos de espectáculo en esto del pop. Un lugar acogedor y una complicidad entre un público ya entregado y el artista con ganas de dar lo mejor de sí al respetable.

Como siempre, hubo las mentiras del rock and roll, bises, irse por dos ocasiones del escenario para volver a tocar de nuevo. Hacer como que se tocan las canciones que el público quiere escuchar. Ese encanto no escrito de ver en directo la música que te gusta.

En fin, una banda muy bien conjuntada, un buen ritmo de batería, un piano tuneado, un bajista de cumpleaños, canciones que escapan de lo corriente. Un concierto elegante, que me gustó desde "algo tendrían que contar las estaciones..." hasta "...en el fondo de mi corazón".

Luego, mejorando el concierto si cabe, la compañía, y tertulia sobre la evolución positiva o negativa del maestro, pese a todo, D.Quique González.

Monday, December 03, 2007

Planificación e individualismo

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"No es sólo que carezcamos de una escala de valores que lo abarque todo; es que sería imposible para una mente abarcar la infinita variedad de las diversas necesidades de las diferentes personas que compiten por los recursos disponibles y asignar un peso definido a cada una. Para nuestro problema es de menor importancia si los fines que son la aspiración de una persona abarcan sólo sus propias necesidades individuales o incluyen las necesidades de sus allegados más cercanos o incluso las de los más distantes; es decir, si es egoista o altruista, en el sentido ordinario de las palabras. El hecho trascendental es que al hombre le es imposible abarcar un campo ilimitado, sentir la urgencia de un número ilimitado de necesidades. Se centre su atención sobre sus propias necesidades físicas o tome con cálido interés el bienestar de cualquier ser humano que conozca, los fines de que puede ocuparse serán tan sólo y siempre una fracción infinitésima de las necesidades de todos los hombres.

Sobre este hecho fundamental descansa la filosofía entera del individualismo. Éste no supone, como se afirma con frecuencia, que el hombre es interesado o egoísta o que deba serlo. Se limita a partir del hecho indiscutible de que la limitación de nuestras facultades imaginativas sólo permite incluir en nuestra escala de valores un sector de las necesidades de la sociedad entera, y que, hablando estrictamente, como sólo en las mentes individuales pueden existir escalas de valores, no hay sino escalas parciales, escalas que son inevitablemente diferentes y a menudo contradictorias entre sí. De esto, el individualista concluye que debe dejarse a cada individuo, dentro de límites definidos, seguir sus propios valores y preferencias antes que los de otro cualquiera, que el sistema de fines del individuo debe ser supremo dentro de estas esferas y no estar sujeto al dictado de los demás. El reconocimiento del individuo como juez supremo de sus fines, la creencia en que, en lo posible, sus propios fines deben gobernar sus acciones, es lo que constituye la esencia de la posición individualista.

Esta posición no excluye, por lo demás, el reconocimiento de unos fines sociales, o, mejor, de una conciencia de fines individuales que aconseja a los hombres concertarse para su consecución. Lo que se llaman "fines sociales" son para ella simplemente fines idénticos de muchos individuos o fines a cuyo logro los individuos están dispuestos a contribuir, en pago de la asistencia que reciben para la satisfacción de sus propios derechos"

Del capítulo 5 "Planificación y democracia" del libro de Friedrich A. Hayek "Camino de servidumbre"

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